El fin de semana pasado tuve la suerte de poder ver la primera exposición en Europa sobre la obra de Vivian Maier. Hace un par de meses aparecía un artículo sobre ella en El País, así que, cuando me enteré de que Valladolid iba a acoger esta magnífica exposición, no pude sino acudir.
Su historia podría haber sido totalmente distinta si la casualidad y la suerte de un joven llamado John Maloof no hubiesen entrado en ella. Maloof compra, a un módico precio, un paquete de más de mil negativos entre los que espera encontrar una fotografía para la cubierta del libro que está escribiendo. Selecciona varios y cuando comienza a subastar el resto, el crítico Allan Sekula se pone en contacto con él para advertirle de que lo que tenía en sus manos era un tesoro y que debía intentar recuperar los negativos que había dispersado.
A partir de ese momento John Maloof lleva a cabo una exhaustiva investigación descubriendo que la autora era Vivian Maier, una niñera de Chicago que había fallecido dos días antes y que vivió sus últimos años en condiciones precarias.
Vivian Maier, de origen francés, había nacido en Nueva York pero se traslada a Francia, de donde era su madre, tras el abandono de su padre. Allí vive con su madre y desarrolla su primer acercamiento a la fotografía gracias a la amistad que su madre mantenía con la fotógrafa surrealista Jeanne J. Bertrand. Años más tarde volverá a EEUU pero se instalará en Chicago como niñera de una familia y dejando claro su fuerte personalidad como una mujer liberada que necesita su propio espacio de privacidad. Cuando no esté cuidando a los tres niños de esa familia, recorrerá las calles de Chicago, de Nueva York, o realizará viajes a la India, Egipto, Bangkok, Taiwan, Vietnam... siempre con su cámara como compañera de vida.
Su obra, como su vida, se caracteriza por la intimidad, la misma en la que desarrolló su obra, la soledad que marcaría su vida y su persona. Nunca positivó sus fotografía y tan sólo las veía en los negativos. Por eso, no es de extrañar que los expertos se asombren de la calidad de estas fotografías cuando se revelan en grandes formatos. El encuadre siempre bien cuadrado (de hecho no ha sido necesario recortarlas), la luz que consigue, las metáforas que tienen múltiples interpretaciones y las referencias que demuestran que era, dentro de su anonimato, una gran experta de la fotografía. Conocerdora de las obras de Cartier Bresson, Diane Arbus, su fotografía demuestra incluso la búsqueda de semejanzas con la obra de Magritte en esa fotografía de un sombrero flotando sobre un globo.
Con este descubrimiento la fotografía gana una de las mejores fotógrafas del siglo pasado, una mujer que consigue trasladarnos a las calles de Chicago y Nueva York de los años 50, a su riqueza y su marginalidad, a sus historias, sus niños y sus escenas robadas.
En la actualidad se está rodando una película acerca de su vida "Finding Vivian". Solo nos faltaría saber si esto, esta nueva e inesperada popularidad, le gustaría.
Last weekend I could enjoy the first European exhibition on the work of Vivian Maier. Already known in the U.S., here in Europe we are starting to know her and her work as a real discovery. Her photographs and her life, intimate and full of light, shadows and metaphors, are going to be on a film called "Finding Vivian".
Qué maravilla de entrada querida amiga. La combinación perfecta entre una historia y bellas fotografías. Te felicito, y como desde hace tiempo, te sigo.
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