Eso es lo que me transmite Luis Úrculo. Cuando estudiaba arquitectura en la ETSAM se fue a Chicago y allí sus horizontes se ampliaron. Comprendió que la arquitectura no era solo el hormigón y el ladrillo tan arraigados en las escuelas españolas, sino un mundo abierto a la libertad expresiva. Su estudio es un laboratorio en efervescencia y sus proyectos una mezcla de artes. Defiende la libertad creativa, lo pequeño y lo efímero frente a la idea de algo firme y sólido que a la larga se pueda caducar.
Para mí no deja de ser una inspiración. Gente joven que defiende una idea innovadora frente a las clásicas reglas de la vieja escuela. Arquitectos polifacéticos que disfrutan de lo que hacen porque creen en ello. Personas que se abren una ventana cuando se quedan encerrados, que ventilan con aire limpio esta profesión.
Comentarios
Publicar un comentario