Lo ví en la biblioteca pública que hay cerca de mi casa. No recuerdo cuantos años tenía, peró sí recuerdo aquellos dibujos. Estaban cargados de energía, de color y de formas geométricas. Disfrutaba viéndolo cada vez que iba a la biblioteca e incluso alguna vez vi camisetas con esos dibujos estampados.
Quería ser como Max. Deseaba que mi habitación se convirtiese de pronto en un bosque y que me engullese. En casa de mis abuelos recuerdo juntar las sillas y la mesa y esconderme bajo manteles y sábanas en mi refugio. Cualquier niño lo habría hecho.
Al crecer, como muchas de esas cosas que de niños nos son tan importante, me olvidé de Max, de Carol, de Alexander, hasta que hace un par de años un afortunado Spike Jonze, se atrevió a pegar un mordisco a esa fantasiosa historia. La película, un gran acierto, me devolvió aquella felicidad de las tardes en que nos dedicábamos a hacer el loco, a correr a gritos y a jugar al escondite.
Maurice Sendak escribió literatura infantil, aunque no siempre aprobada por los padres de sus lectores. Fue un maravilloso ilustrador cuyos dibujos de 1963 siguen resultando modernos. "Donde viven los monstruos" fue su cuento más famoso y vendido. Y a pesar de haber fallecido hoy a los 83 años, seguirá presente en esta historia de incomprensión y de rebeldía, de pérdida y reencuentro con los valores y de lucha contra la soledad de todos los niños que hemos sido.
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