Ir al contenido principal

Lugares que yo tampoco quiero compartir con nadie

Acabo de terminar de leer esa maravillosa guía de escenas. Porque a pesar de ser un libro sobre lugares, lo que Elvira Lindo describe con su magnífica prosa son instantes. Mi rincón de refugio de Nueva York se ha terminado y me resulta triste. Ya no habrá más rutas culinarias en las que reprimir (al menos un poquito) a ese niño gordo que todos llevamos dentro. Los locales de jazz ya no vibran más que a miles de kilómetros de aquí. Ya no habrá paseos por los márgenes del Hudson, ni jardines salvajes en pleno corazón de la ciudad. Los zapatos ya no se nos romperán de tanto caminar ni imaginaremos las vidas de los Lorca en épocas tan distintas. Nos olvidaremos de tantas biografías cruzadas, de tanta gente...




Adoro a esa mujer. Me encanta su forma de ser, sus palabras y su forma tan clara y sensible de hablar sobre sí misma. Me gusta su relación con Antonio (Muñoz Molina) y su estilo de vida. Me gusta como se indigna con lo que resulta descabellado e ignorante y como lucha por salir adelante en cualquier situación. Leyendo el libro, viviendo esos (sus) días con ella, me paro a pensar en esos lugares que, con tanto mimo, inmortaliza.

Todos tenemos ese tipo de lugares a nuestro alrededor. Lugares que no queremos compartir con nadie, pero que inevitablemente necesitamos vivirlos con otros para hacerlos nuestros. En mi caso pensé en mi ciudad, ésa a la que vuelvo de vez en cuando, y en mi ciudad adoptiva. En la primera hay mil lugares en los que veo a mis fantasmas pasar, infantiles, felices, estresados, mojados por la lluvia del norte, y en donde se encuentran las personas que me lo han dado todo. En la segunda, recuerdo esa necesidad de caminar, de conocer, de explorarla hasta hacerla mía, los primeros meses, y tantas caras que de desconocidas pasaron a ser mi principal motor en el exilio.

Sin embargo creo que el lugar más importante es aquel que creamos. Que amamos. Ese sitio que encuentras y en el que si pudieses te quedarías para siempre. Ese brillo en los ojos con un toque canalla e imprudente. El lugar que queda grabado en un abrazo. La forma en que los labios se cruzan y posan en un beso. En el huequito de dos dientes separados. En la caricia de unas manos trabajadas por el dibujo. En el tacto de un cuerpo cuyas reacciones sabes prever. En el mapa de un rostro que podrías trazar de memoria.

Elvira comienza su libro " Para Antonio, porque donde está él, está mi casa"
Tú ya sabes que eres mi lugar, y ese sí que no lo quiero compartir con nadie.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pop up!

La historia del amante guisante Para mi última entrega, mi profesora de Análisis me dio la idea de hacer la lámina con Pop Up ( los desplegables de toda la vida). Se trataba de analizar la casa- estudio del brasileño Mendes da Rocha empleando como soporte móviles y desplegables. Así que durante unos días (en realidad un fin de semana), me sumegí en el mundo de doblar, pegar y calcular distancias. De pequeña me encantaban los libros desplegables, pero también se pueden hacer un montón de cosas. Aquí os dejo referencias que me sirvieron de inspiración. El libro "POP VILLE" "POP VILLE" Como manualidad para niños es muy entretenido y los resultados,aunque más naif y caseros, siguen siendo buenos.

Donde viven los monstruos

Lo ví en la biblioteca pública que hay cerca de mi casa. No recuerdo cuantos años tenía, peró sí recuerdo aquellos dibujos. Estaban cargados de energía, de color y de formas geométricas. Disfrutaba viéndolo cada vez que iba a la biblioteca e incluso alguna vez vi camisetas con esos dibujos estampados. Quería ser como Max. Deseaba que mi habitación se convirtiese de pronto en un bosque y que me engullese. En casa de mis abuelos recuerdo juntar las sillas y la mesa y esconderme bajo manteles y sábanas en mi refugio. Cualquier niño lo habría hecho. Al crecer, como muchas de esas cosas que de niños nos son tan importante, me olvidé de Max, de Carol, de Alexander, hasta que hace un par de años un afortunado Spike Jonze, se atrevió a pegar un mordisco a esa fantasiosa historia. La película, un gran acierto, me devolvió aquella felicidad de las tardes en que nos dedicábamos a hacer el loco, a correr a gritos y a jugar al escondite. Maurice Sendak escri

40ena 02

Es viernes por la noche. Quizá ahora parece anodino mencionar qué día es en concreto. Sin embargo, en nuestra estricta rutina de trabajo semanal, éste sigue siendo el mejor momento de la semana, el instante que antecede a la libertad, a los planes. El lujo de ser y sentirse perezoso o de vivir hiperactiva e intensamente las siguientes 36 horas. Los viernes por la noche todo parece ser posible. Por ello, porque este momento me hace siempre feliz, vuelvo a lanzar el siguiente número de este mini proyecto de cuarentena. Estoy agradecida por vuestra acogida y no puedo dejar de agradecer a mis amigos y conocidos su confianza en esta locura, y a vosotros lectores, el estar ahí. Mucha más salud y feliz fin de semana, LdB * Para una mejor visualización, pulse sobre la primera imágen y disfrute...