A veces la vida es así. Nunca te esperes las palabra que quieres oír en el momento en que las necesitas. No te imagines el presente ni el futuro cercano. No tenga la esperanza de que las despedidas llegarán antes de que puedas soñar un futuro ni que todo acabará sin despedidas en el final. La vida es dura, enrevesada, egoísta. Puede que resulte que al final nadie merezca lo que tenga, o que otros nunca lleguen a tener lo que se merecen.
Muchas veces deseé sentir y soñar como sería alguna situación determinada, y al final, llegué a la conclusión de que nunca nada sería como mi mente llegase a imaginar. Ahora mismo escribo, pero ¿realmente escribo lo que quiero decir, o no sé ni yo misma lo que digo?
En realidad sí soy consciente de lo que digo. Te pasas la vida entera queriendo escuchar algo que cambie tu mundo, algo que te reconforte, que te ayude. Algo que, aunque difícil, sepas que merece la pena. Sin embargo, ese algo nunca llega.
Un día descubres que ya no recuerdas lo que ansiabas antes porque has encontrado ese algo que antes no veías. Aparece y entonces te das cuenta de que es lo mejor que te ha pasado nunca. Es mejor que lo anterior. Las palabras precisas, las sonrisas perfectas, las despedidas inexistentes. No necesitas más.
Entonces, sin saber cómo ni cuándo, volverás al principio. Pero, si eres valiente, te darás cuenta que entonces la fuerte ahora eres tú y decidirás donde acaba esta historia…
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